MAÑANA, por fin, el día largamente soñado, todo listo y preparado, para poder disfrutar de esa concentración, ya mítica, mañana Viernes, junto con mi amigo Manu, enfilaremos por la ruta de la Plata en dirección Valladolid, para disfrutar de un fin de semana que imagino grandioso, rodeado de miles de hermanos de afición, compartiendo con ellos una buena hoguera, un buen vino, buenas anécdotas y un sentimiento común.
Aún me quedan unas horas, tengo toda la noche por delante para descansar o quizás disfrutar previamente del viaje y no pegar ojo, yo por si las moscas me voy a tomar un par de valerianas para poder relajarme un poco y así poder hacer mañana el viaje más descansado.
Son las 10 de la mañana, a duras penas he dormido, pero era inevitable, la mente volaba en Dirección a Tordesillas y no había forma de pararla, voy preparando los últimos detalles, el equipo, importante ir bien protegido para una concentración invernal como ésta, que en estas épocas en Valladolid hace un frío que pela y lo mismo le da por llover e incluso nevar. Cuando suena el móvil, lo cojo, es Manu, tiene problemas con la moto, no va bien, ratea y no es capaz de detectar cual es el problema, tendrá que llevarla al taller a ver que le dicen, vaya, ya empezamos bien, espero de nuevo su llamada, a ver si se lo pueden solucionar, mientras los nervios me corroen, me tomaré una tila.
Después de una larga espera de más de dos horas, que se me hicieron eternas, nuevamente suena el teléfono, para confirmarme que el problema no se lo pueden solucionar sobre la marcha y que por lo tanto no va a poder acompañarme, mi gozo en un pozo, pero yo después de toda la ilusión que le he puesto a este viaje no estoy dispuesto a renunciar. Y mi amigo no está dispuesto a hacerlo de paquete.
Total, que pasadas las 13 horas inicio viaje, mi compañera, mi vieja VFR ronronea como felino satisfecho, me tomo el viaje con calma, hay por delante muchos kilómetros para disfrutar, no fuerzo para nada el ritmo, hay que llegar. Rondando las 3 de la tarde, con pocos kilómetros recorridos paro a comer algo, reinicio el viaje sobre las 4, voy bien, tengo intención de hacer noche en mi pueblecito natal, en Salamanca, para el Sábado de mañana temprano hacer el resto.
Ya son las 6 de la tarde, ha oscurecido, prácticamente es de noche, no había caído yo que estas fechas anochece muy temprano, ya estoy en la provincia de Salamanca, falta poco para la capital, cuando llego al desvío que hay en dirección de Alba de Tormes, por ahí he tirado infinidad de veces, hay un camino agrícola que casi me lleva a mi destino, que está bien asfaltado, aunque no tiene arcén, pero si muchas curvitas, y me ahorro unos 15 kilómetros, decido coger el atajo.
Paso por Alba de Tormes y a continuación el atajo, vaya, no es lo mismo de noche que de día, y además empieza a caer un intensa niebla que te obliga a reducir la velocidad y a extremar las precauciones, a esas horas prácticamente no circula nadie por esa carretera, me lo tomo con calma, pero mi mente, sin yo quererlo vuela a la concentración de Pingüinos.
Inesperadamente, algo cruza veloz, casi rozando mi rueda delantera, instintivamente tiro de freno, el suelo húmedo, la rueda patina, no controlo, sin apenas haberme dado tiempo a jurar en arameo, me veo racheando por el suelo, terminando en la cuneta con mi querida VFR encima, bufff, con el corazón desbocado y la adrenalina a tope, me veo atrapado, aparentemente no me he hecho nada, al menos nada me duele, de momento, solo el amor propio y el pensar lo que se puede haber hecho la moto. Trato de liberarme, levantar la moto, no sabía que pudiera pesar tanto y además la pierna izquierda me la siento aprisionada y al intentar levantarla, la presión sobre ella aumenta, ¡maldita sea, no me puede estar pasando esto a mi!, trato de pensar, ¡ah, si! ¡El móvil! Voy a tratar de pedir auxilio, porque como espere a que alguien pase por aquí, ¿A quien se le ocurriría venir por este atajo de mierda?
Me quito casco y verdugo, cojo el móvil que llevaba en el bolsillo interior de la Chaqueta, ¡joder! Cobertura nula, lo intento con el 112, ni por esas, no entiendo como a estas alturas, todavía hay lugares de nuestra geografía sin cobertura. Desesperado lo guardo en el bolsillo y enciendo un cigarrillo que devoro, más que fumo, como si en ello me fuera la vida. Bueno, y como toda situación mala, dice un dicho por ahí, aún puede ser peor, pues efectivamente, está empezando a chispear, menos mal que llevo mi traje completo de Goretex, pero me temo que si la temperatura sigue bajando puede que la lluvia se convierta en nieve y ya estoy empezando a sentir frío, y la pierna izquierda cada vez me la siento menos, ya no se que hora será, es noche cerrada, pero yo no llevo reloj, y el de la moto no indica nada, quizás la batería se soltó en la caída, el tiempo pasa y no hay señales de vida por ningún lado, o quizás si, he oído algo, a mi izquierda, fuerzo el cuello y trato de ver en la oscuridad, vuelvo a escuchar, algo se mueve a no mucha distancia, oigo un ligero gruñido, ¡los pelos se me ponen de punta! ¡Qué cojo….!, fuerzo la vista, me parece ver dos puntos brillantes en medio de la oscuridad, no sé si gritar o estarme lo más silencioso posible, ¡Joder que viaje más maravilloso!, vuelvo a sentir que algo se mueve y más cerca que antes, ¿quizás fue lo que se cruzó en mi camino? ¿Será un perro?, con la mano derecha cojo el casco, para utilizarlo en un momento dado como arma defensiva, ¿Cómo puede estar pasándome esto a mi?, no vuelvo a escuchar ruido alguno, o quizás si, estoy empezando a oír música, sí la reconozco, es la de la película de “Rocky”, ¿Qué coño? cuando de golpe algo me agarra del hombro y me zarandea, yo chillo y trato de revolverme con todas mis fuerzas, algo me golpea en la cabeza, abro los ojos como platos y veo a Manu, con cara de asustado, diciéndome ¡coño tío, que te pasa, despierta, ya no oyes ni la alarma del móvil! Mira no podía estar más rato en la cama y aquí me tienes listo para iniciar el viaje.
Bufffffff, suspiré hondo, todo había sido una maldita pesadilla, ¡que mal lo estaba pasando! Me levanté del suelo, con un fuerte dolor en la cabeza, por el leñazo que me di contra la mesilla de noche, pero contento al fin, había llegado el día soñado y en breve saldríamos rumbo a Pingüinos, al llegar a la desviación para Alba de Tormes ¿Tomaríamos el atajo? ¡Ni por todo el oro del mundo!.
Llegamos el Viernes por la tarde, instalamos la tienda de campaña, comimos, bebimos, hablamos de motos, hicimos el paseo de las antorchas. Fue un fin de semana inolvidable, que pienso repetir.
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Pues si, todo es pura imaginación, una historia inventada que escribí para un concurso, que me valió un casco de regalo.