Me apetece colaborar un poquito más con este hilo, el problema es que yo soy bastante celoso de mis asuntos particulares y no me gusta contar determinadas cosas. Pero como cuando se trata de la parte que se refiere a las carreras es casi como si contara solo anécdotas profesionales no tan íntimas, voy a explayarme con la primera vez que "trabajé" en las carreras.
Aviso: si no te gustan los ladrillos, simplemente no sigas.Eran las 24 Horas de Montjuïc del año 1975. Yo tenía 9 años (iba a cumplir 10 en agosto y las 24 Horas eran siempre el primer fin de semana de julio) y a pesar de mi edad conocía perfectamente el código de banderas y como se debían aplicar (no me preguntéis desde cuando, creo que eso y las señales de tráfico lo aprendí al mismo tiempo que aprendía a leer, y aprendí con cuatro años). Ya había hecho mis pinitos con las banderas en una carrera de Pop-Cross (unas carreras espectaculares -y baratas- de la época en las que unos Citroën 2CV normales y furgoneta se peleaban en circuitos de tierra) pero solo fue durante una de las mangas, en la que me colocaron en un puesto de señalizador totalmente solo (en realidad estaba solo... en un radio de tres metros. Tenía la responsabilidad, pero había alguien cerca por si cometía un error) pero aquéllas 24 Horas, a pesar de que no iba a necesitar de mis conocimientos de banderas, fueron las primeras en las que me realicé una labor.
Mi padre había conocido a miembros del "Club 600", un curioso club que empezó como de propietarios de un Seat 600 y acabó organizando carreras (hasta el punto de traer por primera y única vez a España un Porsche 917 del Team Gulf-Wyer para los 1.000 km de Barcelona de 1971). Y con ellos empezó a participar como Comisario de Pista (o Control, como decíamos siempre) en algunas carreras. Por entonces había varios clubs que organizaban carreras tanto de coches como de motos en Montjuïc (RACC, RMCC, Club 600, PMB, etc) y en otros sitios (recuerdo especialmente la Escalada nocturna al Castillo de Montjuïc, espectacular como pocas, o la carrera en cuesta de la Arrabassada) y se producía una especie de mestizaje entre los controles, así que mi padre, que empezó colaborando en una cita de tres al cuarto, llegó a ser Control de la F1 en el 75 y del GP de España de motociclismo en el 74 y el 76. El de F1 del 75 y el de motociclismo del 76 fueron los últimos disputados en Montjuïc. Con los años (casi 20 después, en Montmeló), mi padre volvería a ser comisario de pista en GGPP de F1 y Motociclismo y mi hermano y yo también lo seríamos.
Bueno, al grano. Ese año 75, mi padre se enroló (o le enrolaron, con el grupo del Club 600) en repostaje. En las 24 Horas no se repostaba en los boxes (excepto las 2T, que hacían la mezcla en repostaje pero llenaban el depósito en el box) sino que había una especie de cobertizo a principio de la recta de meta (recordad que en las 24H la recta de meta era la de abajo) en el que se instalaban cuatro surtidores y se almacenaban los correspondientes bidones con combustible. Pero mi padre no se enroló solo, sino que colocó a mi hermano (17 años recién cumplidos) y en realidad también a mi.
¿Qué os voy a contar del espectáculo de las 24 Horas? Si no las habéis visto en directo es difícil de explicar (Además, el espectáculo de la salida, con todos los pilotos corriendo hacia las motos siempre ha sido impresionante y, aunque visto desde "el final de parrilla", verlo desde la misma pista impresiona lo suyo). Hoy en día, los únicos que ven las motos de carreras de cerca (relativamente) son los comisarios. Cualquier espectador de Montjuïc en aquella época podía ver (en bastantes sitios) las motos más de cerca que cualquier comisario de pista en un circuito de hoy en día... Y el espectáculo de Montjuïc de noche era irrepetible. Pero yo estaba aún un poquito más cerca, las oía mejor y casi podía tocarlas cuando paraban a repostar. Me acuerdo que se me escapó una sonrisa la primera vez que paró a repostar la Norton-Kent del equipo de Joan vilaró (propietario de la tienda-taller "24 Horas", aunque creo que ese año aún no se llamaba así). Vilaró era amiguete de mi padre y un par de semanas antes de la carrera me llevó a su taller y me dejaron subirme encima de aquella moto de carreras con espíritu de Norton Commando, aquéllo fue como un sueño, y al verla de cerca en el circuito el cariño me desbordaba en esa sonrisa.
El primer Show de la carrera vino cuando ya de noche, el pobre Christian Estrosi (hoy en día conocido político francés, entonces conocido piloto de carreras) recordó que quería entrar en boxes cuando ya había entrado en la recta. Para entrar a boxes había un carril que empezaba antes de la última curva (Guardia Urbana) y una vez en la recta, por la izquierda de la misma, se pasaba por repostaje y se entraba en los boxes, aunque toda la separación era una línea pintada en la pista. Desde la trazada habitual por la derecha de la recta, pegadito a las balas de paja, quiso frenar y cruzar la pista más o menos en diagonal (además, su box era de los primeros porque su equipo, el Godier-Genoud, tenía los dorsales más bajos al haber ganado la carrera el año anterior, así que tenía que cruzar pronto), pero alguien que venía detrás no estuvo "de acuerdo", le embistió, y su Kawa hizo el wheelie más bestia que he visto nunca. Christian cayó de culo en el suelo y la moto dió la vuelta aterrizando con la cúpula y el colín... Afortunadamente no le pasó nada, se levantó y entró en boxes sin que nadie le arrollara (el otro piloto creo recordar que ni siquiera se cayó) y a mi me quedó el recuerdo de ese baile de chispas que más parecía de verbena que de carrera de motos...
En ese momento yo estaba sentado fuera de repostaje. A unos 10-15 metros había instaladas un par o tres de sillas en las que los de repostaje que fumaban se sentaban para echarse un cigarrito. Yo había acompañado a mi padre para que se fumara uno y cuando volvió, yo me quedé poquito más. Cuando pasó el accidente, supongo que por mi reacción (tal vez esperaba que me asustara, o gritara, o qué sé yo), le caí simpático a un mecánico italiano que se sentó conmigo y estuvimos hablando (no me preguntéis de qué) un rato, él en italiano y yo en catalán. El hombre era mecánico de Laverda, de un equipo en el que corría "un tal" Roberto Gallina y en el que debutaba un novato que se estaba haciendo un nombre a marchas forzadas, "un tal" Marco Lucchinelli. A mi me gustaba hablar con el mecánico de un par de tios tan conocidos...
Cuando avanzaba la noche y se hicieron turnos para que la gente pudiera echarse un rato fue cuando me llegó el momento. Evidentemente yo no podía echar gasolina, tampoco podía pasar el trapo por el depósito o la cúpula ni empujar la moto para volver a arrancarla, pero me tenían reservada una misión: la de cobrar la gasolina. En las 24 H, la gasolina se compraba previamente a la organización (no sé si más barata o más cara, pero había que comprársela) y a cambio del importe, se les suministraban unos vales (parecidos a billetes del Monopoly) para que fueran pagando religiosamente sus repostajes. El responsable del cobro tenía una tablilla para apuntar hora, moto y litros del repostaje amén de añadir la crucecita de "Pagado" cuando se efectuaba el cobro. La "caja registradora" era una caja de puros en la que uno metía el importe y devolvía en caso necesario el cambio. Pues bien, durante unas cuatro horas esa fue mi misión (mi primera misión) en las carreras. Evidentemente no tenía nociones de inglés, francés, etc, pero señalar un número con un bolígrafo no entiende de idiomas
.
Y hablando estrictamente de repostajes, había un individuo que era muy especial. No sé como se llamaba, pero era el jefe de equipo de las BMW-Gus Khun. Lo normal era que los jefes de equipo (o el responsable de turno) llegaran anunciando que en una vuelta o en dos, su piloto pararía a respostar, este hombre iba un poco más lejos. Te avisaba de eso y luego, volvía a avisar: "one minute and bike here". La primera vez, las sonrisas fueron de sorna. De nuevo: "thirty seconds and bike here". Las sonrisas iban a más. De nuevo: "Ten seconds" (las sonrisas ya eran casi de burla), "Nine, eight, seven (con el seven la moto aparecía por la curva), six, five, for, three, two, one" (todo esto religiosamente indicado también con los dedos) y tras el "one", la moto clavaba freno justo frente al surtidor indicado. Evidentemente, para el segundo respostaje las sonrisas se cambiaron por una espectación tremenda, no fuera que la casualidad... Pero ¡qué demonios de casualidad! El tío lo clavó durante toda la carrera. Impresionante lo suyo e impresionante lo de sus cuatro pilotos (dos por moto, recuerdo a Sharpe-Cowie pero no recuerdo la otra pareja) que eran capaces de rodar como un reloj, de otra forma hubiera sido imposible prevenir su llegada con tal precisión.
Cuando ya era de día, tuvimos un momento especialmente malo. Anne-Marie Lagauche (que hacía equipo con la rapidísima Gabriele Toigo sobre una Kawasaki 900 de los míticos -aunque entonces aún eran sólo conocidos- Godier y Genoud) había sufrido un accidente en el que perdió el casco y golpeó con el rostro contra las balas de paja. Unos miembros de la Cruz Roja la pasaron por delante nuestro con una camilla y la cara cubierta (nunca he sabido porqué la pasaron por ahí delante) y la sensación de mal cuerpo nos quedó a muchos durante un buen rato.
A todo eso, ya eran algo así como las 9 de la mañana y mi padre, que estaba esperando en vano a notar síntomas de sueño en mi cara para llevarme a casa a que descansara un poco (ventajas de vivir a cinco minutos escasos en coche, sino tocaría dormir en el circuito), me hizo chantaje
. Uno de los de repostaje era un comercial de Necto y había traído camisetas de la marca para todos, pero... no había ninguna de talla pequeña para mi. Así que mi padre, en colaboración con él, montó el paripé de que tenía una camiseta pequeña en un local suyo, que me la daría si íbamos los tres a buscarla. Curiosamente el local estaba en la calle paralela a la mía... Con el viajecito en coche y tras toda la noche en vela, me entró la modorra y a mi padre no le costó mucho convencerme para que aceptara ir a casa a dormir un rato con la promesa de que vendría a buscarme después de comer.
Y así fué, a eso de las cuatro de la tarde volvió a recogerme y regresamos al circuito para disfrutar de las últimas horas (aún estuve un par de horas más con la tablilla y la caja de puros...) y a tiempo de ver una de las anécdotas que más me han impresionado (y de la que resultó la primera carta que escribí y me publicaron en Solo Moto, en el número 10). Cuando terminó la carrera (empezaba y acababa a las 20:00 Horas), había que organizar un poco los bidones (los llenos a un lado, los vacíos a otro, etc) así que en ese momento había que seguir trabajando. Era el momento de la entrega de premios y los mecánicos de todos los equipos llevaban las motos a parque cerrado (justo enfrente de repostaje, en el patio del Palacio de Congresos). Cuando empezó a sonar el Himno Nacional por la victoria de Grau y Cañellas, los mecánicos del equipo Gus Khun (sí, de nuevo ellos) dejaron de empujar las motos y permanecieron quietos durante todo el himno, y mientras, el resto de equipos (incluidos por supuesto los nacionales) seguían haciendo su labor sin el menor reparo. Ese respeto llevado al máximo fue lo que me impresionó. Tal vez no era necesario (seguramente no lo era) pero sí fue impresionante.
Y aquí terminaría todo si no fuera porque al escribir el nombre de los ganadores he recordado la anécdota más importante de la carrera, la que llevó a que pudieran compartir equipo. Aquel año, Min Grau era piloto oficial de Norton para el Campeonato de España de 750 (algunos le recordaréis en la portada del Solo Moto nº 1), e iba a correr las 24 Horas con el reputado inglés Dave Croxford, mientras que Salvador Cañellas iba a ser rival directo con su Ducati Indo compartida con un rookie italiano, "un tal" Franco Uncini. En los entrenos del viernes, Uncini sufrió un accidente que le dejó sin posibilidades de participar. A todo ésto, la Norton no estaba muy fina, tanto que según las malas lenguas Croxford la probó y se fue directamente al aeropuerto para volver a casa...
Así las cosas, Grau no tenía moto ni compañero y Cañellas tenía moto (había que repararla, pero la tenía) pero tampoco tenía compañero. La idea de juntarlos flotaba en el ambiente, pero a Grau le pagaba el sueldo Norton, así que parecía imposible que se diera la situación. Pero el dueño del equipo Norton, el importador de la marca Juanín Rodés demostró ser un gran caballero además de un gran aficionado y no puso pegas (incluso se dice que puso parte del sueldo de Min) para que pudieran compartir esa Ducati y acabar ganando la carrera. Fue todo tan precipitado que en los entrenos del sábado, Min se subió a esa Ducati con el mono de Norton...
Y hasta aquí. Hoy en día, si mi padre intentara hacer algo parecido no solo no podría sino que seguramente alguien le tildaría de loco (seguramente yo sería el primero en criticar que alguien lo intentara) por meter a un chavalín tan pequeño en "esos terrenos" a pesar de tenerle continuamente vigilado (aún cuando yo creía que estaba solo y disfrutaba de esa "supuesta" independencia). Solo puedo decir que él sabía lo que hacía, me conocía y sabía (aún cuando yo no) que mi comportamiento iba a ser impecable y que no iba a hacer nada que no se me hubiera mandado/permitido, y menos aún algo peligroso. Al año siguiente, aprobé el examen para ser comisario de pista en las 24 Horas (a pesar de que aún no lo fuí) y al otro ya fui un "bandera" más... a pesar de no tener la edad mínima reglamentada. ¿Que eso no era correcto, que no estaba bien? Posiblemente, pero si hoy en día con esa edad se les permite correr en moto en carreras de velocidad, tal vez no fuera tan arriesgado.
En fin, este ha sido más un "remember" que un "back to the past" tipo "Regreso al futuro", pero supongo que da igual. Ha sido una buena oportunidad para compartir una historia que probablemente no encontraría otro motivo para poder ser contada (por lo menos no lo ha encontrado hasta hoy, tal vez a retazos pero nunca como una visión completa). Si has llegado hasta aquí, simplemente tómate una aspirina y recibe mi agradecimiento por el interés que has demostrado. Y si no has llegado hasta aquí... pues eres muy libre de hacer lo que te venga en gana y no te digo nada más porque no lo estás leyendo
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Saludos.