Bueno, familia, pues tras recoger esta mañana mi bonita Domingator roja del '93, ya soy, o vuelvo a ser, según como se mire, motero.
Hace tres semanas ni me planteaba tener moto. Sí, me había sacado el carné, pero más por simple vergüenza y para hacer alguna excursión con alguna Explorer del curro, que porque pensara comprarme una moto. No yo. No ahora. Tal vez el año que viene.
Pero fui de visita a mi pueblo, y un chavalín de los que eran “los pequeños” para mí, tenía una preciosa Monster 620. El puto crío. Y yo aquí enlatao.
Al volver a Girona me puse a mirar motos de segunda mano. Al principio como paja mental. Cada vez que me atrevía a soñar con comprarme de verdad una moto, en el sueño se me aparecían la Merkel y Rajoy, y Mariano me decía, invariablemente: “Gushtavo, sé aushtero”. Imagináis que me despertaba gritando.
Pero los precios eran tentadores. Una gs500 por mil euros por aquí, una Pegaso por allá... Al final me dije “bueno, vamos a llamar a alguno, vamos a ver y probar alguna, con calma”
Hace un par de semanas de eso. Hoy os presento a mi nueva compañera:
Va de cine. El motor es una gozada, elástico, fácil y potente (para mis parámetros, supongo que a muchos sus 44 cv no os impresionarán mucho). Paseando a ritmo tranquilo por una carreterita de montaña, entre lo elástico que es y lo que retiene, el acelerador es el único mando que tocas. Apenas tocas el cambio o el freno... En carreteras de todo tipo te puedes sorprender en un momento rato preguntándote a tí mismo: “¿Pero cuánto rato hace que no cambio de marcha?” Vibra. Porque vibra, es un mono de 650cc modelo 1989. Pero no es exagerado, ni excesivamente molesto. De hecho, es agradable sentir esa vibración... aunque no tanto el cosquilleo en las manos al bajarte de la moto después de una hora.
Las suspensiones me gustan. Son blandas, la moto se hunde al frenar, pero no rebota ni flota. Transmiten muy bien todo lo que pasa bajo la moto, y supongo que responderán bien cuando empieze también a pasear por caminos con ella. A ritmo tranquilo, claro.
Frena muy bien. Las primeras frenadas tras recoger la moto eran regulares, pero se ve que en cuanto les he quitado el óxido a las pastillas y discos la cosa ha empezado a ir como tiene que ir. Y yo le he cogido el punto a la maneta, que al principio me parecía demasiado alejada del puño.
La ergonomía es buena. Todo está en su sitio y a mano (¿Alguien dijo Honda?), el escalonamiento del cambio es perfecto, su accionamiento también, aunque entre primera y segunda se nota un “click” que supongo que tiene que ver con el punto muerto. El embrague funciona muy bien. La postura es casi perfecta para mí. Con mi 1,83, sólo pediría unos estribos un par de cm más bajos. Pero bueno, ya medía uno ochenta y tres cuando llevaba mi pequeña Derbi Supermotard '00 y sobreviví a llevar las rodillas realmente flexionadas. En la Dominator voy realmente muy bien.
El asiento es otro tema. He acabado con el culo hecho polvo. Y no sé si es porque ahora lo tengo más gordo que cuando tenía 16 años, o por culpa de ese par de pliegues que hace el tapizado del asiento en el lugar menos indicado. Igual algún día me toca retapizarlo... y tal vez entonces le añada esos dos centímetros... en espuma.
Un tema: desde que la he recogido, me ha dado la sensación de que el neumático delantero estaba flojo. Lo he hinchado y efectivamente estaba flojo... pero la sensación persistía. La moto era imprecisa al girar, y el efecto venía de delante. Tras dos horas de excursión, y con poca confianza al entrar en las curvas lentas -ojo, hablo siempre de entrar tranqui- he recordado que esa sensación era exactamente la que daban las tzr cuando con los kilómetros se les cascaban los rodamientos de dirección. La dirección dejaba de girar suave y libre, y tendía a quedarse centrada, o girada a tope. Era un efecto leve, pero claramente perceptible en parado, y en marcha daba esa sensación que en la Dominator me recordaba a la rueda floja. La revelación me ha venido en marcha. En el primer semáforo en que he parado, lo he comprobado, y zas. No tan marcado como en aquellas TZR, pero ahí estaba el efecto. Mañana iré al taller donde la he comprado y pediré que me lo arreglen.
Y... poco más. Que estoy más contento que unas castañuelas. Y que aunque últimamente escriba poco (aunque leo a diario) seguís siendo mi familia motera y quería compartir esto con vosotros :-)
Ahora ya lo puedo decir:
V'ssss!!!
P.D: si a alguien de Girona le apetece hacer rutillas turísticas a ritmo tranquilo, decídmelo que me apunto!