A ver si consigo a través de este post lo que no he conseguido subido a mi kiwi....
Cuando el día sale torcidoPara aquellos que no lo sepan, aquí un servidor se gana la vida programando.
No he probado muchos tipos de trabajo, así que sólo puedo deciros lo que significa trabajar siendo programador. El lado malo de trabajar con ordenadores es la de sentir de vez en cuando la cruda realidad de una profesión que es, ante todo, ingrata.
Esa es la palabra: ingrata.
Ingrata porque por muchas cosas que hagas, el ordenador nunca te lo agradece y siempre te trata con la más cruenta frialdad de los ceros y los unos. Es como un puñetero terminator pero sin recortada (afortunadamente).
"Confi.. tío" te dice.... ¡Y una mierda! Más bien es un "sayonara, baby" tras otro.
Trabajar de cara al público es también desolador... aunque tiene sus recompensas. Si eres vendedor, o comercial, o abogado, o médico o lo que os de la gana imaginar, oye, uno tiene ciertos recursos. Puede convencer con sus encantos, con el manejo de su voz, con su mirada, con su movimiento corporal, con la ropa que lleve, con psicología.... En fin, que incluso llegado a un extremo, puedes agarrar a alguien por los testículos, ponerle una navaja en la yugular, aflojar billetes morados, desabrocharte algún botón de la parte donde yo te diga... ¡¡muchas cosas!!. Pero con una fría y asquerosa máquina ni testículos, ni navaja, ni billetes ni botones ni leches que mamó Intel inside. Lo dicho, es como Terminator. Todo se la pela.
Así que, cuando un procedimiento almacenado no le sale de los pendientes reales compilar.... pues nada, que no, que no compilo y punto. Y menos con el DB2, que eso ya es como para morirse.
Hoy a última hora de la tarde conseguí por fin compilarlo. Estuve a punto de hundir mi cabeza en el monitor y autoelectrocutarme. Estaba ya con movimientos agorilados, apoyando los nudillos de la mano en el suelo al caminar, con gruñidos y sonidos guturales. Pillé el manual de DB2 (un libro como los que les ponían a Zipi y Zape en las manos cuando les castigaban) y lo movía como si fuera una cachiporra, amenazando a la impresora que nada había hecho (ni siquiera imprimir cuando se lo piden). Sólo me faltaba ponerme las orejas de soplillo, subirme a la mesa y golpearme el pecho con los puños, y casi lo hago de pura alegría cuando descubrí, con asombro, que las "ñ" no son bien recibidas en los nombres de los campos devueltos por los cursores, aunque si en las queries y en los campos de las tablas. Pa matar al DB2 y a la madre que lo programó.
¿Y todo este rollo para qué? Bueno, pues este rollo es para poneros en situación. Podríamos resumir todo lo anterior con la siguiente frase: estaba calentito de verdad, y no desde el punto de vista sexual, no. Era capaz de ladrar a las farolas.
Salí del trabajo medio contento medio encabronado. Más bien lo segundo. Pillé la moto y me dirigí a casa. Bueno, me dije yo, como hoy mi santa va a llegar un poco tarde,
me voy a dar una vueltecita en moto por los alrededores para sosegarme un poco.
....
....
Craso error.
Pagué la novatada. Ya me medio había pasado en otras ocasiones, pero chico, lo de hoy era ya de órdago. Parece ser que todo el mundo se puso de acuerdo para salir del trabajo justo cuando Javi decidía dar una "vueltecita en moto".
Me fui por Paracuellos y Ajalvir, por esas carreterillas llenas de curvas... y de coches, y de furgonetas, y camiones, y bicis y un sin fin de vehículos de todo tipo y naturaleza. Sólo faltó el tractor amarillo.
La bajada de Paracuellos la hice detrás de un Seat Toledo azul conducido por una mujer mayor (no quiero polémicas, sólo cuento lo que había). La velocidad media fue deee.... unos 50 kms/h. Como la mujer veía una moto verde a menos de 3 metros de su maletero (allí no se podía adelantar), pues decidió, me figuro, acelerar a muerte en la única recta que ya había, justo al final de tooooodas las agradables curvas, en un vano intento de compensar la frustración que se escapaba de mi casco.
Cuando llegué abajo, doy la vuelta a la rotonda y subo. Zas, flagoneta de malacatones. Aaaaay payo que no me da el motol pero mira, moreno, te voy a regalal todito el humo negro de mi escape, jaaaaaaaa payoooooo.
Genial.
Así que pasé el pueblito de Paracuellos y me dirigí a Ajalvir, que hay otra carreteria con curvas. Bueh, pa qué las prisas, aquello estaba igual de mal.
Ya desesperatido, me veía dando vueltas y vueltas a la misma rotonda esperando inútilmente que hubiera un descanso en el tráfico constante, un hueco, un respiro, un momento de espacio-tiempo que me fuera favorable, aunque tan sólo fuese por un microsegundo.
Me metí por una fisura de esas sin demasiado convencimiento, más por el mareo que tenía de dar tanta vuelta en la rotonda que por fe en creer que el intento podía ser válido.
Caca de vaca. ¿Vosotros sabéis esos vehículos que son unos cochecitos chiquititos que parece que llevan un motor de 2T y no rinden más de 10 cv, que se pueden conducir sin carnet (esto nunca lo he entendido) y que dan más miedo que otra cosa? bueno, pues había uno. Rojo. Con 5 ocupantes. Palabra. El conductor parecía que había dejado el harado en el campo (no le habría cabido en el maletero inexistente). Iba la familia al completo.
Adivinad qué pasó en la subida...
Efectívamente. Caravana. ¡¡Caravana, por Dios, caravana!! Y ojo a adelantar. No tenía sentido. Era jugársela para pasar de tener 5 coches delante a tener a 3 y al frailecillo rojo ese echándo las tripas por el repechito de la carretera.
"Mi moto tiene 72 cv y llevo un kit de 34 cv" pensé yo. "Me sobran 38 jacos. ¡¡Te los presto macho!!".
Al final llegamos todos en santa compañía al final de la rotonda de la carreterita con curvas, juntitos, apretujaíllos, charlando amigablemente unos con otros. Que si la selección no pasa de cuartos ni de coña, que si los tobillos de Jorge, que si las lluvias de Mayo, que si los 400 € de la declaración. En fin, esos temillas cotidianos de asensor que te entretienen en los instantes de tiempo muerto que hay en tu vida.
Rotonda. Coño, vamos a dar unas vueltitas a la rotonda y hacemos el camino de vuelta.
Uuuuunaaaa... nada. Doooooosss... tampoco. Treeeees.... uy no, que viene el set. Cuaaaatro, ostras, un camión de Pascual de 12 ejes. Ciiiincoooo... la virgen qué mareo, en una de estas que me saquen la pizarra para decirme la posición, mi último tiempo a cuánto tengo al de atrás y cuántas vueltas faltan para el final. Enga, tira ya que se nos hace de noche.
Subo la carreterita, engrano marchas y cuando meto cuarta... sooooooo cabaaaaaallooooo. Ooootra caravanita. Aquello fue ya el súmun. Mi brazo izquierdo se dejó caer como herido de muerte en el depósito de mi kiwi mientras mi espalda se encorvaba, mis músculos perdían tensión y se sumían en una profunda flaccidez. Nada tenía sentido en esta vida, estaba atrapado en el tiempo, como la peli esa del día de la marmota.
Intento distraerme mirando el verde del campo pincelado con los naranjas de los rayos de sol del atardecer que se filtraban entre las grises y tumultuosas nubes amenazantes de Mayo. ¡Qué bonito, qué bucólico, que belleza, que estampa, qué mierda que voy a 53 km/h!
Cuando la última rotonda puso fin a la carreterita de curvas y a la caravana (todo a la vez), decido ir a Paracuellos a suicidarme mirándo la terminar 4 de barajas. Antes de llegar veo a un ciclista que está en el mismo carril por donde yo voy. El coche de delante va frenando más y más (algo se huele). Yo paciente detrás. En esto que hay un carril de aceleración y viene un mercedes rápido acelerando. Pero no. Todo se ilumina de rojo. Frena y frena y frena mientras el ciclista se le cruza delante dando unas pedaladas vigorosas que apenas cambian la urgencia de la situación. El Marino Lejarreta de turno se libró porque el tío del Mercedes frenó pronto y bien, que si no. Cuando paso por delante del ciclista le pito y le hago una señal con el dedo índice en mi casco "Tío, ¿tú estás loco o qué?". El pive llevaba unos cascos blancos puestos. Debe ser que se aburre esperando a que alguien le atropelle. Como una cabra, la peña está como una cabra.
Llego a mi subidita de 600 m. de curvas de Paracuellos. Doy 2 vueltas o 3 en la rotonda que abre el recorrido dejándo que un coche rojo se pierda. ¡Oh, oh, hay hueco!. ¡¡Ahora Javi, ahora!!. Entro y no hay casi nadie, así que voy acelerando muy suavemente por la rectita (esa en la que se embalaba la mujer de Toledo azul). Voy lento a posta esperando a que haya más hueco porque se que luego acabo atrapandole arriba del todo. No es que yo vaya zumbao, no, es que todo el mundo va ahí muy muy tranquilota. ¿Todos? no tíos, todos no. Una rubia me adelanta con un Peugeot 305 en la recta justo cuando ya tenía el hueco abierto y todas las curvas vírgenes esperándome.
¡¡¡¡NOOOOOOOOOOOOO, ahora nooooooooooooo!!!!
Os lo reconozco, hice mi primera tontería. Lo confieso públicamente. Aceleré como una fiera hasta 6500, cambiando a toda leche. Adelanté en línea contínua (os juro que había visibilidad, en serio) y no venía ningún coche, y entrando en la curva frené como un animal. Acababa de hacer mi primer interior a una rubia metida en un coche.
Ella me pitó, lógicamente. Llevaba toda la razón del mundo. Así que me marché con una mezcla de furia y de vergüenza.
Al menos aprendí una lección que en el fondo todos conocemos pero que a veces olvidamos y por eso necesitamos refrescarnos la memoria.
La frustración y la tensión no son buenas compañeras para subir al asiento trasero de tu moto.
Así que, nada, ya he hecho mi catarsis, ya he soltado mi mierda (que no os salpique mucho) y ahora me voy a hacerme una pizza casera marinera a mi y a mi santísima y querida esposa, que esa sí que curra como una animal (póbrecita mía).
Saludos a todos, moteros y moteras, enlatados y enlatadas. La próximas curvas.... a lo sereno.