Entrevista de Chécoles a Jorge:
"No cambiaría mi vida por ninguna otra"
Haría falta un libro más que una entrevista para relatar 30 años de carreras, ¿no cree?
(Se ríe). Desde luego, porque se trata de toda una vida y a lo mejor haría falta hasta más de un libro, pero intentémoslo.
Yo era un niño cuando admiraba sus carreras con las 'balas rojas'. ¡Cómo pasa el tiempo!
Es ley de vida. Como decía Lola Flores, ante la alternativa que hay, prefiero que sigan pasando los años mucho tiempo.
¿Cambiaría su vida por otra?
No, sin duda. En estos 30 años también ha habido chascos, problemas, huesos rotos y otras cosas, pero el balance es maravilloso y un sueño. Yo era un niño que quería correr en moto, que llegó a ser tetracampeón del mundo, y que luego pudo crear su equipo y volver a serlo tres veces con otros pilotos... Es un sueño cumplido.
Era un niño al que su padre no le dejaba correr en moto. ¿Cómo se apañaba para ello?
Era normal que no me dejaran porque, por una parte, el motociclismo no tenía una imagen demasiado bonita en esa época y, por otra, se corría en los pueblos entre balas de paja y les daba miedo que me hiciera daño. Alguna colleja me llevé de mi padre cuando se enteraba que corría a escondidas. Mi hermano Vicente también corría y era con el que me iba. Por fortuna, fui muy cabezón, no le hice caso a mi padre, al que le debo el sobrenombre de Aspar, por las aspardeñas (zapatillas de suela de esparto que fabricaba su padre) y los resultados llegaron rápido.
Su primera carrera fue con 17 años, con una Derbi de cuatro marchas alquilada por 2.600 pesetas, sin caídas o averías...
Sí y en esa primera carrera ya fui segundo. Luego vinieron victorias en el Nacional y tenía muy claro que quería correr por encima de todo.
¿Cuántos huesos rotos?
Llevo 29 tornillos, de diez placas, y operaciones han sido pocas. Yo me caía poco, pero tuve alguna rotura de huesos en plena temporada y para reaparecer lo antes posible siempre me iba a los médicos, que me hacían buenos remiendos. Soy un afortunado porque estoy enterito.
¿A quién le debe más?
Uff, hay muchísima gente y una de las cosas que más me gusta de la celebración de esta noche es la de poder dar las gracias a tantos que me ayudaron. Mi familia, Campos, Tormo, Nieto, Derbi... Es interminable.
Los títulos de piloto llegaron con Derbi. ¿Por qué acabó esa exitosa relación?
Los éxitos duraron del 84 al 89 y fue una pena que se acabara, porque por separado nos fue mal a las dos partes. Influyó la desgracia de Santi Rabasa con el accidente de ala delta y la situación técnica que había que cambiar, y que no fue posible, sobre todo de chasis y electrónica, porque el motor de la Derbi era el mejor. Luego, en el 90, opté al título con la JJ-Cobas, pero Michelin se retiró a mitad de año y me quedé sin neumáticos. Y de ahí a la retirada, con altibajos y dificultades técnicas.
¿Cómo era el Aspar piloto?
Luchador y frenador.
Es inteligente, porque en 1992 montó su escudería para seguir con otra carrera a partir del 97. ¿Disfrutó igual los títulos con Bautista, Talmacsi y Simón?
Se trabaja mucho y eres parte del éxito, pero como piloto... Esos títulos son más míos, aunque me siento heptacampeón.
Podría vivir de las rentas. ¿Por qué sigue y se mete en las tres categorías a la vez?
Porque el motociclismo me lo ha dado todo. Es mi vida, mi pasión y, cuando estoy en un box, soy otro. Los despachos me gustan, pero no me divierten igual.
¿Probará también con el Mundial de tractores o algo así?
(Se ríe). O el de buceo... Hay que mantener esto, intentar ganar, lograr crear nuestra Moto2 y tener dos pilotos en MotoGP.
¿Cuánta cuerda le queda?
No sé, pero mientras me siga divirtiendo, seguiré en esto.